viernes, 13 de diciembre de 2013



ALMAS GEMELAS

  Ellas juegan juntas en la habitación que comparten, se divierten inventando historias, frente al espejo. En el cuarto hay un gran ventanal que da al jardín y al abrirlo un dulce aroma a jazmines penetra perfumando todo el ambiente y acariciando sus rostros de niñas traviesas. El caserón  que habitan se ubica al final del pasaje  Los cerezos.  Los dueños anteriores  habían marchado a su tierra natal, después de que gran parte de la finca sufriera un incendio que se cobró la vida de la pequeña hija del matrimonio yugoslavo. Es entonces cuando Clara y su esposo compran la propiedad a mitad de su valor. Y construyen la familia que tanto habían anhelado.
  Viendo estas viejas fotos llegan a mi mente recuerdos de mi infancia, de ese caserón, del florido jardín. Cuantas alegrías, ¡uy!, esta foto de mi cuarto y…el espejo. El espejo de pie, marco de madera de cerezo,  tallado con arabescos, herencia de mi bisabuela Clara. Era el compañero de juegos. Su forma oval con bordes biselados asemejaba un gigante camafeo.
A una le encanta el día y las flores perfumadas,  la otra prefiere la penumbra  del interior del cuarto, afuera se aburre. Cuando llega la noche, las pequeñas juegan con la escasa luz del velador intentando no hacer ruido que alerte a sus padres. La última vez que su mamá irrumpió en la habitación, fueron sorprendidas saltando sobre la cama convertida en trampolín de circo, y les dio tal reto que una de ellas empezó a temblar con su rostro serio, su brazo pegado al cuerpo, mientras la otra sonría desafiando a su madre.  Tomó la mano de su gemela fuertemente como diciéndole “ya está  no es para tanto”; logrando que su madre saliera enojada del cuarto amenazando con castigos, que al día siguiente ambas olvidarían.
Ellas, tan iguales pero tan distintas, no podrían existir la una sin la otra. Sólo ellas compartían los secretos más increíbles de sus vidas.
El viejo caserón necesitaba algunos retoques, pintura y un cambio de muebles
Los fleteros bajaron del camión los nuevos muebles y siguiendo las indicaciones del padre. Fueron cambiando los viejos por los nuevos. Las blancas paredes del cuarto infantil cobraron un color durazno y las cortinas oscuras fueron reemplazadas por hermosas telas floreadas con vivos colores. Ese antiguo espejo de pie compañero de juegos no resistió el movimiento y cayó fuertemente sobre las baldosas del piso, quebrándose en mil pedazos como aquella niña atrapada en él, que no respondería más a su imagen para salir a jugar.
Luego de escribir esta historia, apague la computadora, sin guardar los cambios. Discúlpenme estimados lectores,  pero  la visita  que le hice a Laura en el neuropsiquiátrico y su imagen recorriendo viejas fotos aturdiéndome con la niña del espejo, no es cosa que desee volver a escribir.
               
PROTOCOLO:
He elegido este cuento para intentar amigarme con él, ya que sentí la necesidad de revisarlo y ver como ese primer cuento no quede abandonado sin la posibilidad de que crezca en su significado, en su forma.
Decido modificar el cuento a partir de la observación y análisis de las correcciones realizadas por  la profesora y los compañeros. En primer lugar descarto partes que consideré innecesarias al sentido global del texto.  Anoto que deberé tener en cuenta que el relato exige volver sobre cuestiones que se describen, como por ejemplo el ventanal y el aroma a jazmines.
Pienso en el marco espacial y le agrego una descripción del caserón y un suceso que explicaría de forma sobrenatural la presencia de la niña del espejo. Siendo el espejo el eje del  detalle, ese objeto  es relevante  en el relato. Entonces construí una analogía entre el espejo y la figura de un camafeo. Ya que este objeto encierra una imagen tal como el espejo.
A partir de la introducción de un narrador protagonista  quiero lograr el salto temporal  y un nuevo nivel narrativo que se presenta con la focalización del nuevo personaje, que es la misma niña en su adultez.
Suprimo el fragmento donde la niña viaja con su madre a la casa de la abuela ya que ello ya no tiene sentido y perjudica la lógica del desarrollo del cuento.
Pienso en como cumplir con el agregado de una metalepsis al relato y decido por una metalepsis de autor que me parece lo más acertado para este cuento. Sin olvidar que debía retomar la figura del ventanal y el perfume a jazmines. Además, ambos elementos dan cuenta que el autor es el nuevo habitante del caserón.

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