viernes, 13 de diciembre de 2013


Cuento Final. Damiana Bella

 El enemigo en casa

En cuanto su nariz rozó la fría superficie de la puerta pudo ver a través del ojo de la cerradura un rasgo de profunda tensión que orbitaba entre línea y línea; parecían pinceladas hechas por la mano de un artista que con insolente temple las facultó para crear un laberinto oscuro. No pudo determinar si partían del núcleo negro, si éste las paría expulsándolas a la zona periférica o en realidad se las devoraba. El centro cuya forma es la de un diafragma contráctil, palpitaba como el corazón de un animal acechado o como el de alguien que había sido perseguido por la anormalidad de las cosas. De repente se detenía y en cada detención el núcleo se agrandaba, luego se reducía. Rodeaba la zona oscura un tapiz blanco craquelado con otras finas líneas rojas. Estas líneas se mezclaban con las otras del centro. Una enmarañada estructura circular oscura respiraba, se ahogaba, se fundían con el ojo la cerradura y con su propio ojo que lo conducía a un profundo abismo sin retorno.
Había sido una extensa jornada, lo sintió en el cansancio de sus huesos y en una especie de irritación contra el mundo. Gerardo Pogonza estaba harto de su trabajo, de la computadora, del horario fijo, del ruido del fax, del café siempre lavado, o su opuesto, quemado y fuerte. De los chistes que hacia  su compañero Ramírez y de las porciones de mozzarella que siempre pedía en la pizzería de la esquina. Estaba harto de que le hablara de la pequeña Milagros. Conocía los dos años de la niña como si fuera su propia hija; que sí se cayó, que sí había levantado fiebre, que sí dijo una palabra nueva, que sí prefería a Xuxa, en vez de Panam o al sapo Pepe, que sí la ropa le quedaba chica y Mariana tuvo que ir al Once por nuevos talles. Todo lo irritaba, todo lo que sucedía monótonamente, día tras día y hora tras hora en esa oficina de expedientes judiciales que lejos de acercarlo a su ilusión de terminar con la carrera de abogacía, y ser él quién llegara a la UFI Nº4 a consultar sobre los movimientos o citatorios de las causas, seguía siendo el mismo empleado administrativo por más de ocho años. Le había prometido a su madre, aunque en realidad era una promesa que se decía para sí, trabajar un tiempito mientras cursaba los dos años que le faltaban, además conocería colegas, y podría, quién sabe, llegar a trabajar en un prestigioso bufete de abogados y ser con el tiempo, el Dr. Gerardo Pogonza, un famosos letrado entre los letrados, le decía, con los ojos llenos de brillos y esperanzas.
Pero nada de eso sucedía, los años pasaban  y con ellos  los sueños se esfumaban. La realidad y el tedio lo devoraban. Había probado en los primeros años, trabajar y cursar un par de materias pero sólo había conseguido meter tres de las siete pendientes y ya a esta altura con casi cuarenta años cumplidos, no sabía que deseaba más sí ser abogado o tener una pequeña Milagros en su vida.
 
Recordó el expediente nº3845, sobre un robo cercano a su domicilio y rápidamente volvió  aquella acta que hubiese querido borrar:
                                                                                          Comisaria Quilmes 5ta

            Nota Nº238/13                                                Noviembre 17 del 2013

Al Sr. Director:
Luis Martínez Arévalo.
Registro Único de Infractores de tránsito
Ciudad de la Plata

                                Por intermedio de la presente elevo a Usted acta nº 00114818, GERARDO MATIAS POGONZA, DNI 20.630.631, conductor titular del auto marca Volkswagen, modelo 2002, patente DER-451, labrada por personal de esta seccional, por motivo de infracción cometida, mal estacionamiento, lugar calle Rivadavia y Av. Alem. Quilmes Centro.
A los fines que estime el tribunal.

La infracción fue un motivo más para atormentar su existencia. Atormentada, no porque sucedieran  cosas extraordinarias, en la vida de este hombre, sino porque al igual que en El proceso el señor Pogonza se vio absorto por un mundo burocrático, y lo mismo que el Sr. K se la pasa subordinado a expedientes. En esto deberíamos coincidir, pues los caminos administrativos, provocan en quienes los padece una neurosis alarmante.
 
Solo unos pocos metros lo separaban de su casa; subió los cuatro escalones de entrada, estaba  frente a su puerta, sacó las llaves de su bolsillo derecho con nerviosismo, su mano húmeda no permitió asirlas y cayeron al piso rompiendo el clima tenso que lo había acompañado desde la salida de su trabajo. Sonrió amargamente y lamentándose se dijo _ Pobre Gerardo, más te vale darle un giro a tu vida _, luego se agachó despacio para tomarlas. Lentamente recorrió con su vista la puerta, descubrió que los años no sólo habían hecho estragos en su cuerpo. Volvió a sonreír, aunque esta  fue una sonrisa de aceptabilidad; aceptar que no era ni tenía lo que se había prometido cuando le prometió a su madre hace ocho años atrás, pero sintiendo que aún quedaba esperanzas.

Estaba acomodando su  cuerpo para incorporarse cuando vio un pedazo de papel blanco que asomaba por debajo de la puerta. Apoyó una rodilla en el piso y extendió una pierna hacia atrás. Si era lo que esperaba, daría sepultura, por lo menos por esa noche (y quién sabe a su presente que se convertía día tras día, en un enemigo sin tregua) a las horas de fastidio, malhumor e irritación que lo habían acompañado gran parte de este último tiempo. Tardó segundos en abrir la nota y leer –Te espero en Café San Juan. Lo único irremediable es la muerte. No te retrases.-

 Aunque no quiso volver al centro del cual siempre buscaba huir, la frase lo llevó donde siempre. Lo único irremediable es la muerte le habría dicho su padre días antes de su fallecimiento y Gerardo lejos de buscar la vida, cada día se aceraba más a una muerte disfrazada  de vida. Lo único que hacía era levantarse, ir al trabajo, pasar por el kiosco del tano y seguir las cuadras que faltaban hasta su casa. – Veníte el sábado, comemos algo en la pizzería del juzgado y después vemos… podemos ir para el boliche- le dijo el tano el pasado viernes. –No se capaz  te aparezco, no te prometo nada-  contesto Gerardo. Salir le costaba como cada día en la oficina, saberse cerca de gente que se divierte, aunque era lo que más ansiaba, le generaba una ansiedad que pronto se convertía en pánico…lo único irremediable es la muerte le dijo el padre, el mismo que se dejó morir en la guardia tras haber soportado una enfermedad durante varios años, admitiendo que uno fallece en la hora pactada y no antes ni después.

Dudo que pueda olvidarlo, él en la habitación, el padre en la camilla, las sondas, los estabilizadores, el llanto contenido y las lágrimas que no se daban por aludida mientras corrían por su cara. La cara del padre gorda y amarilla, la piel tensa y el cuadriculado de los músculos con líneas rojas y azules violetas,  las ojeras que ya parecían pozos de agua sucia y sus ojos que simulaban un laberinto oscuro, intentaban fijarse en los del hijo. Cada tanto  se daban vueltas y volvían al eje en sólo unos  segundos, parecían que querían hablar pero algo los ahogaba, los callaba y lentamente el blanco los apoderaba. Sin embargo,  el hijo pedía  a gritos desencajados que no lo abandone, que lo necesitaba. Con la mirada  intentaba transmitirle la fuerza que requería el moribundo. Con sus brazos fuertes lo zamarreaba obligando a que se levantara,  mientras el doctor y la enfermera intentaban sacarlo de la sala. Pero él no, lo intentó hasta que el monitor anunció el bip de cese, y sintió que algo más que su padre se le evaneció en ese momento. 
 
Guardó en su bolsillo el papel. Seguía agachado. No pudo enderezarse. Algo en el ojo de la cerradura lo invitó a mirar, algo que respiraba y se ahogaba, algo que se fundió con el ojo mismo de la cerradura y con su propio ojo. Algo que, créanme, le era más familiar  de lo que él suponía algo que  si no lo fulmina, lo deja atrapado en un cuadro psiquiátrico de por vida.   

 

Protocolo de escritura

El relato  que en el blog lleva el nombre “Ojo por ojo”, y que luego en el trabajo de reescritura se lo cambió por “El enemigo en casa”, tuvo un protocolo anterior  (clase nº3) en el cual se dio cuenta de elecciones que se tomaron en grupo y a partir de una consigan para llevar a cabo. La referente “a mirar a través del ojo de la cerradura”, y que proponía descripciones de ambientes y luego la inserción de un personaje. De esas decisiones primarias y de ese relato se tuvo que realizar las siguientes modificaciones:
1)   Cambié algunos verbos de estado en la descripción e  incorporé verbos de acción para que remitieran claramente a Gerardo Pogonza y lo que le sucede.
2) Agregué una última frase,  luego de terminar de escribir el cuento final y tras hacer una relectura, dado que a mí parecer no quedaba esclarecida la relación entre la primera parte y el desarrollo del cuento. Entonces  que lo conducía a un profundo abismo sin retorno” daba por un lado,  una continuidad al relato a la vez  que  cerraba  la historia contada en el nivel textual,  aunque lo abre ilimitadamente en el proceso pos lector.
3)   La inserción del personaje en el texto inicial y lo que allí se contaba sirvieron de excusas para darle en la rescritura un nombre y apellido, un trabajo, un compañero de oficina, para forjarle una vida y unos sentimiento que a su vez dieron lugar a una atmósfera en el cuento que determinó una personalidad, sueños y penares. El hecho del hartazgo y el tedio de Gerardo Pogonza lo delineó el mismo personaje en el proceso compositor…en un principio no buscaba un hombre que sufriera ataques de pánico,  que se encontrará “muerto en vida” como dice el narrador sino que yo pensaba por qué el personaje del anterior texto se encontraba nervioso y qué le pudo haber sucedido en el trabajo para querer llegar rápido a su casa y cuando fui escribiendo me di cuenta que no le había pasado nada en particular sino que este hombre estaba harto de vivir su vida rutinaria.
4)   En cuanto a la inserción de la infracción de tránsito, buscaba incorporar un relato enmarcado, que continúe justificando motivos que por un lado, demuestren que cualquier motivo por más trivial que parezca, para Gerardo era una gota más para llenar su vaso de cotidianidad (por eso una nota de juzgado de falta) y no para derramarlo puesto que no estoy segura, que sea posible que Pogonza sea capaz de darle un giro a su realidad, por lo menos en lo que sucede el tiempo del relato. Y  a demás para incrementar la atmósfera de tedio burocrático.
5)    Las metalepsis y su implementación estuvieron desde el principio en mi cabeza de forma conceptual, pero no sabía Cómo ni dónde redactarla. En la mitad de la escritura me detuve para releer y observé la personalidad del personaje que se había desplegado y se me vino a la mente lecturas anteriores: El proceso de Kafka, El Castillo, del mismo autor y se me ocurrió que se podía  generar la metalepsis, el llamado al lector en la introducción de la acción ficticia  a partir de apelar a otras lecturas que  pudo haber hecho y generar analogía entre los personajes. Creo que en el caso de esta metalepsis,  la generé buscando aliados que comulguen con mi forma de entender el personaje puesto que la redacté pos lectura de primera mitad y ya estaba bastante apartada de ese narrador que se “apoderaba” del escrito cuando fluía la historia. En relación de las otras metalepsis, “Dudo que pueda olvidarlo…” y “ Algo que, créanme, le era más familiar”  se manifestaron naturalmente puesto que como escritora del texto necesitaba, de alguna manera, separarme de lo que iba acaeciendo y hacer evaluaciones de mi propio texto.
6)   Así fue cómo surgió el detalle. Sabía que la esquela encontrada en la puerta de la casa tenía que ser funcional a la historia (fue una de las correcciones del protocolo anterior) y pensé tiempo en ello. Deseaba incorporar una mujer en el relato que lo sacara al personaje de esa atmósfera viciada e imaginaba que detalles redactaría. Pero incorporar un nuevo personaje que no era familiar en la vida de Gerardo me alertaba de no hacerlo correctamente y lejos de seguir tejiendo las redes de significación me vaya para otro lado y no escribiera algo que sirva para la historia de este hombre. Entonces se me ocurrió que incorporar la muerte del padre y los detalles de cómo lo vivenció Gerardo, sería más útil a la hora de continuar forjándole una psiquis en particular.  De acá es que digo lo que la segunda metalepsis sucedió más espontáneamente en el relato.
7) Respecto de la ruptura temporal creo la las analipsis, tanto del padre como de la madre en otro tiempo que no es el del relato en primer grado ( gerando que vuelve de su trabajo a su casa, encuentra la nota, mira por el ojo de la cerradura) son significativas en tanto significan el presente del personaje sus sentimientos de frustacion y sus deseos.
8) El cambio de titulo me pareció que el enemigo en casa era más propicio que el anterior en dos sentidos: el primero porque hay un ojo detras de su puerta esperando para hasecharlo, y el segundo porque creo que el peor enimigo del personaje para no darle un giro a su vida era él mismo.
9)   Cabe destacar que lo escrito y vislumbrado en el protocolo fue producto de la lectura anterior al materia de Occonor y Cortázar, que me sirvieron sobremanera a la hora de entender qué es lo que no puede faltar en un cuento: una historia, y que por más cotidiana y trivial que nos parezca pueden portar potencial literario, porque, lo que la vuelve digna de ser narrada, es el cómo se relata. Y esto lo fuimos construyendo en el trayecto de Escritura Ficcional, a partir de los comentarios, las escrituras, las lecturas y sobre todo a partir de las consignas. Consignas que nos ponían e imponían  un procesos cognitivo consiente de la escritura ficcional.
10)   No sé si el cuento muestra todo lo que procure pero… por suerte existen los protocolos!

 

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