jueves, 19 de septiembre de 2013


FICCIONALIZACIÓN:
Almas gemelas


Ellas juegan juntas en la habitación que comparten, se divierten inventando historias y desfilando frente al espejo. Se quieren aunque muchas veces tienen ideas opuestas que las lleva a enfrentarse, ese enfrentamiento dura poco porque se necesitan como el aire que respiran. En el cuarto hay un gran ventanal que da al jardín y al abrirlo un dulce aroma a jazmines penetra perfumando todo el ambiente y acariciando sus rostros de niñas traviesas.
A una le encanta el día y las flores perfumadas, pero la otra prefiere la alegría del interior, de ese cuarto lleno de historias compartidas, afuera se aburre. Cuando llega la noche, las pequeñas con sus pijamas a lunares amarillos y frescos que las ayuda a enfrentar el calor del húmedo enero, juegan con la escasa luz del velador intentando no hacer ruido que alerte a sus padres, pues nunca aceptarían que a esas horas jugaran. La última vez que su mamá irrumpió en la habitación, fueron sorprendidas saltando sobre la cama convertida en trampolín de circo, y les dio tal reto que una de ellas empezó a temblar con su rostro serio, su brazo pegado al cuerpo, mientras la otra sonrió desafiando a su madre, tomó la mano de su gemela fuertemente como diciéndole “ya esta no es para tanto”; logrando que su madre saliera enojada del cuarto amenazando con castigos que al día siguiente olvidarían.
Ellas, tan iguales pero tan distintas, no podrían existir la una sin la otra. Sólo ellas compartían los secretos más increíbles de sus vidas.
Una tarde la gemela sonriente fue a visitar a su abuela con su madre. En la casa el padre tenía mucho trabajo porque decidieron remodelar las habitaciones que necesitaban nuevos muebles y pintura. La niña no se iba contenta, aunque amaba a su abuela que la consentía siempre, sabía que su mitad quedaba en la casa y ambas se aburrían cuando no estaban juntas.

Los fleteros bajaron del camión los nuevos muebles y siguiendo las indicaciones del padre fueron cambiando los viejos por los nuevos. Las blancas paredes del cuarto infantil cobraron un color durazno y las cortinas oscuras fueron reemplazadas por hermosas telas floreadas con vivos colores. Ese antiguo espejo de pie compañero de juegos no resistió el movimiento y cayó fuertemente sobre las baldosas del piso quebrándose en mil pedazos como aquella niña atrapada en él, que no respondería más a su imagen para salir a jugar.       

1 comentario:

  1. El relato está construido de modo tal de generar un efecto de sorpresa. Las expectativas que generan en el lector los primeros párrafos se ven traicionadas al final. Esto se logra a partir del manejo del tiempo y de la elección de una voz y una modalidad narrativa.

    Respecto del manejo del tiempo, si bien el orden del relato es en general cronológico, se recurre a la anacronía (específicamente una analepsis) cuando el narrador introduce en el texto la figura materna que reta a la niña por su conducta inapropiada. Este recurso tiene una doble función: caracterizar a la niña y profundizar la presentación del universo ficcional del relato. Conocemos el mundo (hasta el último párrafo) desde la perspectiva de la niña. Y es desde su perspectiva que se presenta el reto de la madre y las reacciones a éste: el desafío y el temor. Las reacciones antagónicas son en realidad componentes de la psiquis de la protagonista que se presenta desdoblada. Este procedimiento narrativo lleva al lector a una hipótesis de lectura errónea, fundamental para que se logre el efecto de sorpresa del final.
    Muchos fragmentos de la historia aparecen elididos: los juegos de “las niñas” durante el día, el viaje hasta la casa de la abuela o la tarde transcurrida allí. En cambio, el narrador introduce, en ocasiones, breves descripciones que retrasan el inicio de la narración a la vez que brindan indicios que facilitan la comprensión del texto y crean una ilusión de realidad (funciones demarcativa e indicial): rasgos de carácter de “las” niñas, detalles de la habitación, etc. En este caso en particular, la descripción inicial tiene como objetivo orientar la lectura hacia una interpretación errónea.
    El cuarto de la niña bien puede considerarse, en términos de Bajtín, un cronotopo: un espacio donde el tiempo es el de sus juegos, un lugar donde ella y solo ella “ve” a su gemela y la invita a participar de ese mundo inventado a la medida de sus fantasías.

    En cuanto al modo, el narrador emplea el discurso narrativizado cuando da a conocer los pensamientos y los dichos de los personajes. Se utiliza para dar cuenta del discurso materno (reto y amenaza). Es interesante este uso; el lector no tiene acceso a las palabras textuales de la madre; es la niña la que interpreta sus dichos como reto o como amenaza. La distancia entre el discurso de los personajes y el discurso del narrador es amplia. Los pensamientos de los padres están doblemente mediatizados: “nunca aceptarían que a esas horas jugaran”. No está claro si los padres alguna vez expresaron esa prohibición o si es una construcción de la niña. Además, se menciona el acto verbal sin dar cuenta del contenido, de las palabras con que se expresó el pensamiento. Las palabras de la niña que se citan entre comillas no serían textuales; es más, son palabras pensadas, pero no efectivamente enunciadas (“como diciéndole”).

    Por último, cabe comentar la elección de la voz narrativa. Se trata de un narrador heterodiegético, de focalización interna: el narrador no pertenece al mundo de la historia pero narra los hechos desde la perspectiva de la niña. Esta decisión es inteligente, porque permite confundir al lector, quien hasta el último párrafo cree en la existencia de las dos niñas. El efecto de sorpresa del relato se da al final, cuando el narrador toma otra perspectiva. La focalización pasa a ser de tipo cero. Ya no hay identificación con el punto de vista de la niña. Ahora conocemos también lo que ocurre en la casa cuando la niña no está y por primera vez la hermana gemela es presentada como imagen de un espejo.

    Para concluir, el texto nos hace pensar en “Final del juego” de Cortázar. Sucede al leer las primeras oraciones: el vínculo entre las niñas, los contrastes de carácter, la madre, el reto. Luego y por un momento, la historia adquiere ritmo propio, aunque en el final volvemos a pensar en Cortázar: el final del juego se produce porque falta un “participante”, ya no está, nunca más estará.

    Mercedes Ponzio
    Florencia Casanova

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