lunes, 25 de noviembre de 2013


Tierra de “Nadie”

¡No pibe, no! ¿Qué hiciste? ¿Cómo vas a garabatear sobre esta pared?  Si te ven los de la casa  te matan. Este paredón no se toca. El dibujito este es todo un emblema para el barrio… Pibe, vos no entendés nada.

Esto lo pintó El Gringo para un amigo en la década del 70’. Lo hizo para un linyera; los dos eran extranjeros, dicen que llegaron a la Argentina por quilombos con la policía y  que aquí siguieron haciendo de las suyas.  La osadía de algunos seres alcanza cotas insospechadas.

El día que pintó esto, dicen, se habría cumplido el que según afirman es el sueño del Gringo. La dueña del paredón le prometió que lo cuidaría hasta el final de sus días. Y la vieja cumplió con la promesa y mucho más, porque ahora lo cuidan sus nietos. Si te ven metiendo mano, te matan.

Con el tiempo creció su popularidad y dicen que se divertía tirándole  la lengua a los que inventaban  leyendas, inexistentes amistades y supuestas correrías nocturnas. No ha faltado quién atribuyó las pintaditas a una imaginativa campaña publicitaria; quien aseguró que el Gringo pertenecía a una secta, otros decían saber de buena ley que en realidad se trataba de un espía.

El tipo tuvo problemas con la policía por algunas pintadas y hasta con la Fundación Soldi, esa que está en la esquina. El propio pintor cuando vino a pintar la Iglesia Santa Ana lo buscó para hacer los frescos que hoy se encuentran en las paredes de adentro, pero El Gringo le dijo que se metiera el pincel donde la espalda pierde el buen nombre. A partir de ese día fue un paria, perseguido por la creme de la creme de Glew.

Igualmente al tipo no le importaba nada. Se convirtió en una sombra fugaz, sin nombre y apellido que dejaba a su paso una estela de color. Dicen que tenía de guardianes a los borrachos y prostitutas de la zona que coincidían en la plaza a altas horas de la noche. Esta que está ahí.

El tipo a pesar de sus cuidadores cayó alguna que otra vez en cana. Una vez para Navidad se hizo una redada, justo en esta esquina. Lo agarraron distraído;  estaban entonces, según testigos presenciales, como si en una operación milimétricamente planeada hubieran capturado al enemigo público número uno.

Fue su  primera detención, se produjo porque alguien lo buchoneó. El Gringo había estampando su firma en el paredón de atrás de la comisaría, sobre una imagen de una prostituta masturbándose. Cuentan que la mina era igual a las de Divito. ¿Sabés quién era Divito? Qué vas a saber vos de Divito, pibe. En fin.  El dibujito era una obra de arte, che. Duró poco. El mismo  comisario junto al resto de la yuta lo taparon en minutos; no le alcanzaban las manos a los tipos. Por ese hecho les quedó de apodo “Los pulpos”.

Dicen que El Gringo era testarudo y que sólo aparentaba no entender mucho el español, que se hacía el dolobu cuando alguien quería entrometerse en su vida. Un amigo mío me contó con lujo de detalles lo que le dijo después de que lo soltaron por el asunto de la prostituta…

¡Claroooo! Me miras como sino supieras de  lo que te hablo. Más de una vez te dije que no le des confianza al tipo. No te resulta extraño que minutos después de conversar con vos te cayera la yuta, que hayan entrado por ambas esquinas, que no tuvieras tiempo de escaparte. Era para encajonarte, flaco. Vos porque sos yanqui  pensás que te las sabés todas, pero no, no es así Gringo. Acá la yuta vuela cuando se trata de los pavotes como vos. Eso sí, cuando tienen que buscar a los peces gordos se hacen bien los boludos. Igualmente creo que derrapaste con el dibujito de la putita masturbándose, fue muy fuerte Gringo. Acá nadie construye el chiquero frente a su casa. ¿Qué,  no me entendés? ¿Qué se lo pintaste en el paredón de atrás? Ya sé que se lo pintaste en el paredón de atrás Gringo. No entendés nada Gringo, no entendés nada.

¿Sabés cómo se llama el tipo con el que hablaste? Buchón, así se llama. No, no es el apellido, es un ¿Cómo decirte? Son esos que hablan de más, venden información a la yuta. Sí, sí, por money, money. Pero estos no se van a Las Vegas o a Mónaco como en la canción, Gringo. Estos venden tus palabras, tus pensamientos ¿Entendés? Tenés que tener más cuidado. Entre lo que pintás y los que hablás un día te vamos a encontrar en una zanja. No Gringo en un zaguán no, en una zanja. Pero me cache en diez, hablar con vos en español es más jodido que sacarle el hueso a un doberman.

No me mires así. Y sí Gringo, te fuiste un poquito al carajo ¿Qué querés que te diga?

¿Qué te asesinaron la putita? Todos sabemos quién era esa mina ¿Eso te molestó? ¡Ahh, eso sí es cierto!! Asesinaron tu arte.

¿Entendés, pibe? El Gringo se hizo famoso en el distrito. Esto es lo único que queda de él. Fueron diez años meta pinta que pinta. Y tan solo este dibujito sobrevivió. Es como dijo un amigo: “A éste sí que no lo pudieron asesinar”. Es como el alma del Gringo. Es más, vas a pensar que estoy loco pero yo mismo escuché una noche en esta misma esquina, a alguien que cantaba el tango que más le gustaba al Gringo, Nostalgias, ese que dice “Quiero emborrachar mi corazón para olvidar un loco amor que más que amor es un sufrir... ¿Lo conocés? Qué lo vas a conocer. En fin. Yo y todos los vecinos hemos escuchado pero nadie ha visto al tipo que lo canta, cuando doblás la esquina, la música desaparece de una. El alma del Gringo está acá.   ¿Entendés? Y vos lo estropeaste.

El Gringo firmaba autógrafos ¿Me entendés? Yo tengo uno.

¿Qué querés que te diga, pibe? Las paredes de esta esquina hablan por sí mismas.

 Yo que vos me rajo enseguida. En un rato los nietos de la vieja salen, y a vos se te arma.

Rajá nene, rajá.

1 comentario:

  1. En cuanto a los niveles narrativos, en este cuento, podemos decir que el relato en primer grado (primer nivel) se inicia con un narrador homodiegético, quien narra los hechos a través de una focalización interna. Dicho personaje-narrador, nos sitúa en un espacio específico (Glew) y nos presenta a los personajes, quienes no expresan sus voces, sino que se dan a conocer a través de los sucesos verbalizados por éste; en el caso del pibe, se convierte, al mismo tiempo, en narratario del discurso del narrador, ya que se transforma en el receptor de la historia, del relato enmarcado.
    El segundo nivel, el que concierne al relato en segundo grado, se inserta a través de la distancia que establece este narrador en el modo de presentarnos la información, puesto que pasa de contar los hechos a transcribir las palabras de un amigo; es aquí donde se presenta la ruptura narrativa que da paso a la estratificación por niveles de inserción. En este relato enmarcado, subordinado del primero, observamos nuevamente la voz de un narrador ante la ausencia de las de los personajes, ya que este amigo habla con el Gringo, pero este último no expone la suya en la historia.
    La metalepsis está dada por un elemento, en este caso el grafitti, inmiscuyéndose en ambas historias, causando el quiebre narrativo.
    La relación que guarda la historia enmarcada con el marco es explicativa, ya que este relato el narrador aclara al pibe cómo y por qué llegó ese graffiti.

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